Sadako Sasaki era una niña de clase media que vivía
cerca del Puente Misasa en la ciudad de Hiroshima, Japón.
Ella y su familia, fueron de las
pocas personas afortunadas que consiguieron salir inexplicablemente ilesas tras
el lanzamiento de la bomba atómica en 1945.
Sadako creció y s e convirtió en una chica sana y con
mucha energía. En su escuela pertenecía al equipo de gimnasia y atletismo, de
hecho llegó a imponer un récord de velocidad para los 50 metros planos en su
categoría. Su sueño era convertirse en profesora de Educación Física.
En 1954, a la edad de 11 años, le fue diagnosticada
leucemia, conocida en ese entonces como "enfermedad de la bomba
atómica", ya que se la asocia directamente con la radiación. Apenas le
pronosticaron un año de vida.
Pasaban los meses, y Sadako no sabía
cómo ocupar su tiempo en el hospital. Un día de agosto mientras recibía la
visita de su mejor amiga, Chizuko, esta le preguntó:
“¿Recuerdas aquella historia que dice que si logras
hacer 1000 grullas de papel con el arte del origami, los dioses te concederán
un deseo que se hará realidad?”
Acto seguido le entrego una grulla de papel:
“Aquí está tu primera grulla”
Doblar grullas en origami no es tarea fácil, pero
después de que su amiga le enseño la forma correcta de plegar el papel, empezó
a hacer tantas como podía. Como eran una gran cantidad de pajaritos los que
tenía que hacer, no había suficiente material debido a que todo el país se
encontraba en recesión y se las ingenió para encontrar otras fuentes de
papel, y de esa forma empezó a utilizar todo lo que tenía a su alcance en el
hospital: cajas de pastillas, etiquetas, recetas, envolturas de golosinas,
cartas, sobres, etc.
Sadako tenía la esperanza de que los
dioses le concedieran el deseo de volver a correr de nuevo. Sin embargo, pensó
que no sería justo pedir la curación sólo para ella, y pidió que el esfuerzo
que iba a hacer sirviera también para traer la paz y la curación a todas las
víctimas del mundo.
Pasó el tiempo y el número de grullas iba aumentando,
pero el estado de Sadako empeoraba, su piel empezó a amoratarse, perdió el
apetito y físicamente se debilitaba cada vez más. Ya había pasado ocho meses en
el hospital.
El 25 de octubre la niña murió. Sadako había
conseguido hacer solo 644 Grullas de papel.
Tras su muerte, sus compañeros del colegio
impactados por la pérdida hicieron pública su historia para honrar su memoria.
Esta tuvo un impacto social muy fuerte, miles de niños en todo Japón sintieron
la necesidad de completar la labor de Sadako, y el día del sepelio fue
enterrada con sus 644 Grullas de papel, pero más de diez mil grullas de colores
de miles de niños de todo el país adornaron su lápida.
La sociedad entera decidió dedicarle un monumento
donde se representaría a Sadako sosteniendo una grulla dorada en su mano, la
que también sería dedicada a todos los niños que murieron a causa de las bombas
atómicas.
Su estatua se encuentra en el Memorial de la Paz de
Hiroshima desde 1958, y en la base está inscrito:
"Éste es nuestro grito, ésta es nuestra plegaria;
paz en el mundo"
Hace 64 años ya, se liberó por primera vez la energía
del átomo sobre población civil. Ojalá que esta plegaria siempre esté latente y
sea un triste recordatorio de algo que no debe suceder nunca más.
Precioso, gracias a Sadako por sus bonitas grullas.
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